miércoles, 4 de marzo de 2009

UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS: AUSCHWITZ

La lluvia iba cayendo suave pero de forma continua, en el autocar íbamos cada uno sumidos en nuestros pensamientos, por mi parte intentando hacerme a la idea de lo que iba a encontrar y de cómo podría afectarme todo lo que próximamente mis ojos iban a ver. La lluvia no cesa, el cielo está bastante gris y los cuervos no dejan de sobrevolar el cielo, un paisaje que a lo largo del día acompañaría nuestra visita y sin duda haría más triste Auschwitz.


“Arbeit Macht Frei” “El trabajo os hará libres” o “El trabajo libera”. Auschwitz nos recibía con la misma frase, que hace 60 Años, recibiera a los judíos, rusos, Polacos etc. Una infinidad de sensaciones pasaron a lo largo y ancho de mi cuerpo, una mezcla de tristeza e impotencia, al leer esa frase forjada en hierro, y por la cual teníamos que atravesar por debajo. Las lágrimas surgieron por mis ojos y se iban confundiendo con las gotas de lluvia que cubrían mi cara.


La guía nos iba dando las debidas explicaciones, y enseñándonos los distintos barracones donde intentaban sobrevivir los presos. En cada barracón la sorpresa era mayor, nunca uno por más películas y documentales que vea se puede hacer una mínima idea de lo que debieron pasar esa gente.


En uno de los barracones, nos quedamos sorprendidos y boquiabiertos. En una de las Salas, entre cristales se encontraba las togas de los judíos, pero cual fue nuestra sorpresa que en las salas contiguas, teníamos 2 toneladas de cabellos (los cabellos los utilizaban para hacer telas, o los cuellos de los trajes de el ejercito Alemán), en otra sala miles de cepillos y cepillos de dientes, en otra infinidad de maletas con nombres fecha de nacimiento y procedencia, otra con infinidad de Zapatos, en otra prótesis de todas partes del cuerpo, otras con gafas, en una mesa expositora nos encontramos kanfor para los zapatos y una latita de nivea y en una última ropas de niños, el mundo se me cayo a mis pies pensando en mi hijo.


Luego pasamos a los barracones 10 y 11, entre ambos barracones se encontraba un muro donde fusilaban a los presos, se podía ver las ventanas tapiadas que daban al muro, para que los presos nunca pudiera saber lo que hacían fuera con los demás presos, y así acceder sin protestar cuando se les llamaba para su muerte y ellos nunca sospecharlo.


La lluvia se convirtió en diluvio, pisábamos el barro y los charcos, el agua nos caía mientras atendíamos las explicaciones de nuestra guía, sin importarnos en ningún momento que nos estuviéramos poniendo chorreando.
Pasamos al Bloque 11 más conocido por el bloque de la muerte, es un bloque donde se haya las celdas de castigo. Cuatro fueron las celdas que más me impresionaron tanto a mí como al resto de los visitantes 18, 20,21 y 22. La 18 era la celda del hambre, donde no se le facilitaba alimento ninguno durante el periodo de castigo, que en la mayoría de casos era su muerte. La celda número 20 era la celda oscura, donde estaban en 3 metros cuadrados en la más profundidad oscuridad, sin que ningún rayo de luz atravesara los sólidos muros del bloque. La celda número 21 habían unas grabaciones de el sagrado corazón de cristo, de los últimos visitantes que estuvieron en dicha celda. Por último y el más impactante la celda número 22 donde se hallaban 5 muros tapiados del suelo hasta el techo, con una pequeña trampilla en la parte inferior, donde para poder acceder a su interior tenían que hacerlo a gatas, tenía unas medidas de 90 X 90, y un respiradero no más grande que un móvil, ellos tenían que estar de pie y unas 24 horas de castigo.



El diluvio parecía las lagrima de los miles de muertos que en tan macabro lugar dejaron su preciada vida, la tristeza y la impotencia se iba convirtiendo en rabia, de saber que aquellos seres inocentes fueron ajusticiados por no ser como otros querían que fueran.


Pasamos después acompañados por la lluvia, a una gran horca donde se ahorcaban en público en forma de castigo, una escena más propicia de la edad medieval.
Seguimos a nuestra guía invadiéndola a preguntas hasta llegar a la casa del Comandante Rudolf Hoes, y donde se hallaba cerca de su casa la horca donde fue ajusticiado por los miles de crímenes cometidos.




Pasamos seguidamente por la cámara número 1 de gas, y el posterior crematorio, un escalofrío recorrió mi cuerpo al verme allí dentro, y solamente pensar las miles de personas que tuvieron que pasar por allí, mi cuerpo se debilitaba por segundos.



Cogimos un autocar para proseguir con nuestra visita, a tan solo 15 minutos de Austchwitz se encontraba el campo de exterminio de Austchwitz-Birkenau. Si en el primer campo sentí tristeza e impotencia, aquí puedo decirlo a boca llena, cuando me adentre en el campo sentí miedo, desde la entrada se extendía las vías donde los prisioneros se creían que iban a campos de trabajo.


La vista se perdía entre las alambradas de pinchos y las casetas de las SS, el suelo era un autentico barrizal y el diluvio no cesaba.



Nos fuimos a ver los barracones, a diferencia de los de Auschwitz-1 estos eran de madera y no de ladrillo. El primer barracón era como una especie de lavabo, al principio había desaparecido donde imaginablemente se aseaban (os podéis imaginar el aseo que tenían) y al fondo las letrinas, una piedra de unas 15 metros llena de agujeros, que solo utilizaban por la mañana y por la tarde, los agujeros no se separaban uno de otro escasos centímetros, nos explicaba la guía que todo el mundo quería trabajar limpiando las letrinas, metidos de mierda hasta las rodillas y sacándolas a cubos, con sus debidas infecciones, pero por lo menos estaban dentro y no fuera con los temporales y el trabajo forzado.


En el siguiente barracón estaban las literas, todas unidas unas con otras, donde podían dormir en cada cama hasta 7 personas, si tenían ganas del baño en un cubo y arriesgándote a perder el sitio en la cama.



Salimos y proseguimos nuestra andadura hasta las cámaras de gas, hoy destruidas por el ejército Alemán para borrar todas las posibles pruebas.



Íbamos caminando por encimas de las vías, nuestra visión no era otra que campo, alambradas y las vías del tren de la muerte, porque no creo que se le pueda llamar de otra manera. Estaban las cámaras destruidas, pero previamente en Auschwitz pudimos ver unas maquetas de lo que aquello había sido. Por un pequeño túnel los adentraban, llegaban a unos vestuarios y les hacían quitar la ropa, presuntamente para desinfectarlos, les daban una ducha, y directos para la cámara de gas, después al crematorio. No se si habéis pensado, si tantos prisioneros morían en las cámaras de gas, como que daba abasto el crematorio, fácil solución los quemaban en el campo, entraban en las cámaras otros prisioneros y se los llevaban para quemarlos en los escampados, esos mismos prisioneros al poco tiempo los mataban para que no hablasen. A la medida que caminábamos entre nuestra querida lluvia, que ya se había convertido en llovizna, mi miedo se convirtió en pánico y horror, como la mente humana podía llegar a intentar exterminar nada en el mundo, sean gitanos, judíos, homosexuales etc.
Estuvimos visitando el monumento a las victimas el holocausto en Auschwitz, para terminar la guía nos dijo que Auschwitz- Birkenau, está en pie, por que nada más ser liberado el campo, muchos de los judíos o familias de los prisioneros, se personaron en el campo, para que quedará de por vida, y la gente supiera del sufrimiento de un pueblo y de la masacre cometida en tan espantoso lugar, y así nunca cayera en el olvido.


Volvimos con el autocar a Auscwitz-1 para esperar otro autocar que nos llevara a Cracovia. Aprovechamos el tiempo para adentrarnos nuevamente en los Barracones, algunos que ya habíamos visitados y otros que no. Había barracones que pertenecían a Países que habían tenido prisioneros por diversos motivos en Auschwitz, Francia, Checoslovaquia, Polonia etc.
El de Francia fue el que más me impresiono, con una música que te comunicaba tristeza, y diversas sombras pintadas en las paredes, dándote a entender el sufrimiento, luego fotos de los que fallecieron de su país. El tema de fotos al principio en Auschwitz las fotos las tomaban a la entrada al campo, y luego cuando pasaba algún tiempo, dejaron de hacerlo por que no se les reconocía después de estar pocos meses, su peso podía pasar de 80 Kg a 30Kg en meses.

Luego ya siendo la hora nos dirigimos a nuestro autocar, el camino de vuelta, fue en un profundo silencio, nadie hablaba, todos hacíamos que observábamos el triste paisaje. Pero para que mentir, todos intentábamos imaginar el infierno que vivieron más de un millón y medio de personas que allí dejaron su vida, y las 7.200 personas que pudieron salvar el ejército Ruso.

No son las armas las que hacen el ruido de las guerras, es el silencio de los muertos.
André Malraux

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen comentario Jesus, esa experiencia tiene que ser impresionante, yo senti algo parecido en el Coliseo Romano. Esperemos que ojala no se vuelva a repetir una atrocidad como esa.
Un saludo. Samu

Anónimo dijo...

SIMPLEMENTE HISTORIA,TODOS TENEMOS QUE TOMAR UN POQUITO DE EJEMPLO Y DE SABER APRENDER DE LO QUE SUCEDIO. PERO ME PARECE QUE ESTE NO ES EL CASO.EN ESTE MUNDO LOCO.... DONDE VIVIMOS, YA NADIE HACE MEMORIA.........BOSNIA,IRAK,SAHARA,AFGANISTAN...ETC.ETC...PERO LO MAS GRAVE ES LO QUE PASA CON EL PUEBLO PALESTINO, LOS JUDIOS PARECE SER QUE NO MIRAN A SUS ESPALDAS, Y YA NO RECUERDAN LO QUE SUCEDIO EN SU DIA....LO QUE NO QUIERAS PARA TI, NO LO QUIERAS PARA LOS DEMAS....
ANIMO JESUS Y SIGUE COLABORANDO CON TUS GRANITOS DE ARENA EN ESTE MUNDILLO.

MEMBRY

Xavi dijo...

Excelente narración Jesús. Me has hecho volver a recordar tan maravilloso viaje. Un claro ejemplo de los horrores que el ser humano puede llegar a cometer por el simple hecho de tener una ideología distinta a la del resto de los mortales. En nuestras manos está el conservar la memoria histórica de lo que allí sucedió y transmitirla a traves de todas las generaciones venideras para que estos hechos no vuelvan a repetirse nunca jamás.

Anónimo dijo...

Leyendo el relato y viendo las imagenes solo te puedes imaginar una pequeña parte de un gran sufrimiento. Me da mucha pena y me cuesta creer la cantidad de personas que llegaron a perecer.

Saludos loquito

Roser dijo...

Has escrito con el corazon y con mucho sentimiento. Me has recordado cuando mis padres, mi hermano y yo visitamos otro campo de concentracion,Mathaussen. Puedo recordar todas esas sensaciones que describes sobre esas atrocidades que se cometieron.Creo que era consciente de lo que estava viendo, pero aun creia en la gente, en la bondad, en la ingenuidad. Yo no tengo hijos aun, pero entiendo que al pensar en tu pequeno Alex, tengas miedo, y a la vez pienses la suerte que tiene de no haber vivido algo asi. Por desgracia muchas de las tristezas de este mundo las provocamos los hombres. Esperemos que ese amor,hacia un hijo, hacia una vida humana nos ayude a vivir en este mundo y a creer en el. Gracias por compartir tu experiencia. Muchos besos.

Miguel dijo...

Compañero de viaje: efectivamente, nunca nos podremos hacer una idea de lo que pasó toda aquella gente... Fue un placer compartir con vosotros la experiencia inolvidable de visitar Auschwitz, un viaje que ninguno de los tres olvidaremos. Enhorabuena por el relato, me ha puesto los pelos de punta. Un abrazo.

Anónimo dijo...

El museo del campo de concentración nazi de Auschwitz (sur de Polonia) tiene un futuro incierto si no consigue más fondos para su financiación, ya que su presupuesto es insuficiente y, según los expertos, son necesarios unos cien millones de euros para asegurar su funcionamiento.

"La ayuda internacional es la única fórmula para poder conservar lo que queda", explicó el responsable del Consejo de Auschwitz y ex prisionero en estas instalaciones durante la II Guerra Mundial Wladyslaw Bartoszewski, en declaraciones que publica hoy el diario "Rzeczpospolita".

Para Bartoszewski, un lugar de la importancia de Auschwitz, considerado el mayor monumento a la memoria histórica del mundo, debería de recibir más apoyo de organismos internacionales por su relevancia, ya que los costes de su mantenimiento son muy elevados.

Jesús, ¿tan mal está?
Enhorabuena por el relato

David Rubio